Dice Hélène Cixuos “No está dado a todo el mundo la aptitud de
ser madre extranjera, tanto más madre como más extranjera. No se trata de
abandono sino de levedad”. [1]
Para Hélène Cixous la posibilidad de ver en Clarice es un acto que instituye un lugar diferencial para su
escritura. En su ensayo Ver a no saber,
reflexiona sobre la obra de Lispector:
“Quería
tener la fuerza de una ventana: y entonces miraría afuera con los ojos
inmóviles quietos, pacientes muy abiertos, enmarcados en el marco de la
ventana. Ojos ni de afuera ni de adentro, sino exactamente en el trayecto”.[2]
Cixous encontró en Lispector la
piedra de toque, el eje desde donde articular la inscripción del cuerpo y la
diferencia de género en la lengua, dando cuerpo poético a la investigación sobre
lo que llama “escritura femenina”, promoviendo la amplia traducción y difusión de Clarice en Europa
y Estados Unidos.
La búsqueda de una
escritura femenina se basa en la deconstrucción del pensamiento falogocéntrico, para dar lugar a "un
pensamiento otro”. Escritura de mujeres, pero no exclusivamente de ellas, puesto que el concepto va más allá de cualquier
restricción sexual hombre/mujer, de cualquier reduccionismo. Se trata de una posición que posibilite dar lugar
a lo marginal o excluido, a lo Otro.[3]
“Ella era una mujer, pero no absolutamente,
ella era una mujer con. Con hombre, con-contra-sin hombre o caballo o máquina
de escribir. Pero madre lo era absolutamente. En la soledad de las madres
verdaderas: Madre, Madera. Bruta. Grande. Primitiva”.[4]
Para Hélène Cixous como lo expresa María del Carmen Vidal
Claramonte:
“La
liberación política está íntimamente ligada a la liberación lingüística, la
escritura es ese lugar en el que no estamos obligados a reproducir el sistema. El
encuentro de los cuerpos a través de los textos. El encuentro de los discursos
es pura celebración: para Cixous la palabra otro está impregnada de amor.
El otro es el otro a quien hay que amar, no el extranjero, lo diferente”.[5]
La pintura
es otra de las vías de encuentro de Clarice con el mundo y su
interioridad. Su obra, muy cercana al expresionismo
abstracto, está ausente de anécdotas o
figuraciones, utiliza los elementos
constitutivos de la imagen plástica para testimoniar un estado del ser. Un trabajo
que es también una experiencia física, erógena.
En Agua Viva, su novela publicada en
1973, da voz a una mujer que centralmente pinta, pero va a buscar en la escritura una cuarta dimensión. Va a testimoniar con palabras lo que fluye de la vida.
“Te
escribo toda entera y siento un sabor en ser y el sabor en ti es abstracto como
el instante. Es también con todo el cuerpo que pinto mis cuadros y en la tela
fijo lo incorpóreo, yo cuerpo a cuerpo
conmigo misma”[6]
Hay entonces una recuperación del cuerpo
para el goce, antes restringido o parcelado. Cuerpo que extiende las fronteras
en un texto que narra la vida sin someterla a singularizaciones pero desde un lugar
pleno de responsabilidad.
Sobre
el final pongamos en diálogo sus textos:
"¿Cómo no habría
deseado yo escribir? Puesto que los libros se apoderaban de mí, me
transportaban, me hacían sentir su poder desinteresado; puesto que me sentía
amada por un texto que no se dirigía a mí, ni a ti, sino al otro; atravesada
por la vida misma, que no juzga, que no elige, que toca sin señalar; ¿agitada,
arrancada de mí por el amor? ¿Cómo habría podido, con mi ser poblado, mi cuerpo
recorrido, fecundado, encerrarme en un silencio? Venid a mí y yo vendré a vosotros.
Cuando el amor te hace el amor, ¿cómo no ibas a murmurar, a decir sus nombres,
a agradecer sus caricias?"
(Hélène Cixous, La
llegada a la escritura).
“¿Cómo contar lo que
siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que
no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui
caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos,
apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a
casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.
A veces me sentaba en la hamaca para
balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis
purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante “
(Clarice
Lispector, Felicidad clandestina)
[1] Hélène Cixous Ver a no sabe, en Un aprendizaje o el libro de los placeres.
CABA. Ediciones Corregidor. 2013
[2] Hélène Cixous op.
cit.
[3].La risa de la medusa. Ensayos sobre la escritura en Letra de Donna http://www.ub.edu/cdona/lletradedona
[4] Hélène Cixous op.
cit.
[5]Rodríguez, Rosa. Vidal
Claramonte. María del Carmen. ¿Y después
del posmodernismo qué? Escritura femenina; Barcelona. Antrophos, 1998
[6] Lispector, Clarice: Agua Viva. Ediciones Siruela. Madrid. España
Imagen fotográfica de Laura Rivera en http://enelaguadeltiempo2.blogspot.com.ar
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