viernes, 16 de octubre de 2015

Rey y Rey: un cuento en el que los príncipes no se casan con princesas.

        


     Había una vez un príncipe solterón. Ni si quiera era díscolo o mujeriego, era un caso perdido para las ilusiones familiares. Ya había desesperado a su madre, quien  jamás tuvo la tranquilidad de verlo chamuyando alguna princesa. ¿Quién era él para no casarse? ¿No darle nietos y asegurar la descendencia del noble linaje?
     Así es que la reina se decidió a invitar a princesas  de todas las comarcas. Una a una fueron desfilando delante de él. La indiferencia del príncipe era inconmovible, hasta que  una princesa  llegó acompañada por su simpático  hermano.  Al  fin el príncipe encontró a su príncipe Azul.
      Rey y rey, escrito por Linda de Haan y Stern Nijland, es un cuento destinado a los niños pequeños en edad escolar, para hacer pensar a sus padres y maestros. Este sencillo cambio argumental del tradicional Cenicienta, instala nuevas representaciones sobre el amor, permite anclar  la cuestión de la diversidad en los diálogos escolares y familiares. Permite instituir nuevas representaciones que amplíen las miradas hacia el respeto de las diferencias,  hacia el rescate de lo que verdaderamente define el amor, lo humano o lo vincular.
     Artículos  que abordan esta temática aparecen comentados en las páginas de diarios o blogs con muchas opiniones de apoyo. También con sordas agresiones, marcadas por una violencia tal que recuerdan  cómo es que coexisten discursos y prácticas instituyentes de un lugar nuevo para  los roles  de género o el respeto de las orientaciones sexuales,  junto con una violenta desmentida  que nos deja perplejos como  la imparable ola de femicidios.
     Frente a  las dificultades que encuentra el científico ante al acto de conocer  Gaston Bachelard reflexiona en “La formación del espíritu científico” y nos indica que los obstáculos que se nos presentan no radican en la fugacidad de los sentidos o lo impreciso de nuestros instrumentos, están en el mismo acto de conocer. Están en nosotros. Así  recalca  la importancia de un obstáculo epistemológico capital: “La opinión piensa mal, trasforma necesidades en conocimiento”.
     En  las ciencias humanas, en los discursos que abordan lo más íntimo de nuestras prácticas y que por personales no dejan de tener implicancias sociales, la opinión está en primer plano. Y ha estado históricamente invisibilizada de la mano del modelo patriarcal hegemónico normalizador. 
     La categoría de homosexualidad fue retirada como diagnóstico de enfermedad  en el DSM en 1973, ya que  la Asociación Americana de Psiquiatría comenzó a entender su violencia discriminatoria contra gays y lesbianas. Hubo que esperar hasta  1990 para que la Organización Mundial de la Salud la retirara de su listado clasificatorio. En nuestro país llegamos al matrimonio igualitario y a la adopción.

     ¿Cuánto falta para que  Rey y rey  sea un cuento más,  para leer  en cualquier familia?  Contemos nuevas historias a los niños, tal vez sea una de las formas de desinstalar  la violencia que contradice una fuerza que si empuja,  lo hace a favor de la vida.


Nota: pueden leer Rey y Rey  en http://es.slideshare.net/DocentesDiversidad/rey-y-rey

viernes, 7 de agosto de 2015

VOCES ROBADAS. Diarios de guerra de niños y adolescentes.

           

          Ser adolescente implica atravesar un proceso de duelo. Perder el cuerpo infantil, sus goces y  su representación interna para apropiarse progresivamente  de otro cuerpo, abierto a un mundo de posibilidades. Se trata de asumir una nueva identidad,  transformando  la relación con los padres,  a los que en un conflictivo camino perderá también, como los padres del niño que dejó atrás.

         El diario íntimo es una forma de acompañar esa construcción. El joven va guiando sus pasos, plasmando la cartografía a transitar.  El fuerte valor proyectivo y un registro vinculado a la noción de intimidad acompañan su proceso de escritura, donde lo que escribe y describe son sus cambios, sus nuevas percepciones. Encuentra en ese instante retirado, en soledad,  las claves para entenderse y afrontar su posición en el mundo.

        ¿Pero qué sucede cuando en la realidad material el cuerpo se encuentra  amenazado y la posibilidad de la muerte es tan cercana como en la guerra?

       El libro Voces Robadas reúne el testimonio de diarios verídicos,  escritos por niños y adolescentes de entre 13 y 20 años desde la Primera Guerra Mundial, atravesando el Holocausto, Vietnam, la intifada palestina, la guerra de Bosnia y Herzegovia, entre otros acontecimientos,  hasta llegar a  la guerra de Irak.  Una recopilación de historias personales, donde  los temores, sufrimientos e interrogaciones sobre el mundo adulto  humanizan nuestra visión de las  guerras, ese registro que tan bien desdibujan  los medios de comunicación.

        Zlata Filipovic, plasmó en su diario lo vivido en Sarajevo, pudo a sus 13 años, con la ayuda de Unicef,  salir de la guerra y refugiarse en Paris junto a su familia. De su encuentro con Melanie Challenger, una escritora conocida por adaptar el diario de Anna Frank para la ópera Annelies,  surge la publicación de esta antología.

    Los temas que habitualmente el adolescente elabora aparecen con un matiz que los resignifica. Zlata, llama a su diario Mimmy y en su compañía  se confronta con el crecimiento de su  cuerpo.

« He crecido Mimmy, no tengo ropa. Todo me viene demasiado pequeño, corto, me aprieta. He quedado con Braco para ver si puedo usar alguna de la ropa de Martina. Keka me ha escrito y me ha dicho que puedo coger todo lo que necesite. “Coge todo lo que pueda alegrarte el día, Zlata, y disfrútalo. Porque el mañana llegará. No lo dudes”  »
       La distancia con los amigos que partieron con sus familias o la misma muerte son experiencias que alejan de los pares, los amigos, ese referente tan importante para el adolescente. Zlata relee sus cartas como una forma de reencontrarlas:

« Querida Zlata: Tú eres y serás mi mejor amiga. Nadie podrá destruir jamás nuestra amistad, ni siquiera esta guerra. Aunque estés en Sarajevo y yo en Italia, aunque no nos hayamos visto desde hace más de un año, sigues siendo mi mejor amiga. »
       Los padres de la infancia cambian en el vértigo que trae la guerra,  testimonio de la vulnerabilidad de los cuerpos frente al sufrimiento y las privaciones:  

« Miro a papá. Ha perdido mucho peso. La báscula dice que veinticinco kilos pero viéndolo pienso que mucho más. Creo que hasta sus gafas le están  demasiado grandes. Mamá también ha perdido peso. Parece que se ha encogido: la guerra ha hecho que le salieran arrugas. ¿Dios qué les está haciendo a mis padres esta guerra? Ya no parecen mi mamá y mi papá de antes. ¿Terminará esto algún día? ¿Terminará nuestro sufrimiento y podrán volver s ser como eran: alegres, sonrientes, guapos? »
      Sin embargo escribir funciona como compañía y fue en su caso la apertura a una gran posibilidad. En 1992 Zlata entró a una escuela provisional en su barrio y su diario fue descubierto por UNICEF, publicado y traducido a 36 idiomas.  Luego llegó una nueva vida, sus estudios en Oxford y  la iniciativa compartida con Melanie Challenger al reunir otros diarios y recuperar otras voces.

       El relato de los distintos jóvenes es conmovedor por su agudeza en la crítica al mundo adulto, por la referencia a situaciones límites y los recursos que cada uno encuentra para sostenerse en la vida. Es una invitación para acercarse a la historia desde una perspectiva distinta, muy especialmente a la historia reciente a través del testimonio sobre conflictos que persisten como el de Israel y Palestina.

     Muchos jóvenes escritores regresaron, algunos murieron en el frente de batalla o en las ciudades sitiadas. Pero en todos los casos, la escritura sirve  como proyecto y sostén,  aparece como un factor de resiliencia donde quien escribe se  abriga en la palabra, apuesta a dejar su marca,  testimonio del cruce entre lo singular y lo social, de las miradas entre generaciones y culturas. Tejido que intenta suturar el dolor del trauma de la guerra.

                                                                                                                            María Victoria Fabre.


martes, 7 de julio de 2015

Yésica y los trenes


Boceto en birome. Laura Vichi
























YESICA Y LOS TRENES*

Delgada, apurada, casi eléctrica,
en pocos minutos dibuja un cuerpito
de manos truncas y ojos vacíos.
La escuela es esa cárcel a la que entra
si la tía la lleva en bicicleta hasta la puerta.
Yésica sonríe, porque sabe pedir.
Adelanta la hoja, simpática y torpe,
reclama un diez, algo que compense
su esfuerzo, obligada a dibujar un cuerpo
que se le escapa.
Yésica casi no habla con las nenas,
a veces pelea. Lleva una camisa de jean
de un azul deslavado, desteñida como la figura
de un padre que se fue.
Cuando no va a la escuela
se queda en la estación pidiendo  monedas.
Casi nunca tiene miedo, salvo esa vez
que se quedó hasta tarde y cuenta: 
- Si están los grandes te “bolsillean”.
En los vagones viaja, se calma envuelta
en el fondo de un asiento, amparada en el hueco,
flota en el vaivén de un tren que la adormece.
Duerme y sueña, como si otro vientre
la llevara a un lugar nuevo.





* Cuando cumplió 12 años Yésica estuvo internada en el Tobar García. En el barrio cuentan que se escapó. 

                                                                             


María Victoria Fabre.  Mención de Honor en el 5º Concurso Literario Nacional "Paco Urondo". Villa María. Córdoba. 

lunes, 25 de mayo de 2015

Un encuentro y una pregunta del niño al maestro.


ANGUILAS EN LA TOSQUERA.

¿Vos nunca pescaste anguilas?
En la Tosquera hay una espuma blanca,
vas por lo bajito.
ponés el dedo y la anguila muerde.
Y así, ya es tuya, la tenés.
La carne es rica,  blanquita y blanda.
Con Toti vamos los domingos y las traemos.

Tavito abre los ojos oscuros y enormes
para impresionar a una maestra
que no sabe pescar.

¿Vos no sabes pescar anguilas?
Te voy a traer.
Los grandes dicen que la Tosquera es peligrosa.
Yo no tengo miedo,
 voy por lo bajito y la agarro.
Ni carnada uso,  un  dedo  y listo!
Ahí nomás la tenés…

Tavito abre los ojos oscuros y enormes.
El  miedo no es sonso, sabe.
En juegos fabrica espuma
donde el sol de la ciudad
resume  ausencias.


Boceto en birome. Laura Vichi
      Tavito está en segundo grado y es bastante travieso, pero es uno de esos niños que suelen comunicar experiencias al maestro cuando las circunstancias lo permiten. A partir de una propuesta de juego y dibujo sobre sus actividades en los fines de semana, comenzó a contar en clase sus  aventuras en la Tosquera.  Como en tantas otras zonas del conurbano bonaerense, en Quilmes existe una tosquera, una zona de aguas estancadas, profundas y contaminadas, de altísima peligrosidad. Pese a ello muchas veces es visitada por niños o jóvenes que corren un importante  riesgo.
      En las zonas ribereñas los niños conviven con la amenaza de la naturaleza, cuando la sudestada anuncia la inminente inundación,  algo del animismo infantil se expresa en la frase que usan también los adultos: “Sale el rio”. La inundación y su alcance, son  además, línea divisoria entre sectores y vivencias que los chicos conocen bien: “A usted  no  le llega el agua”.  El maestro que no vive en la misma zona sabe que aunque intente acompañar, prestar palabras, es un espectador frente a esa realidad desbordante. Agregaremos que ante ella  tiene la opción de estar más o menos comprometido. 
             Tavito insiste en lo rica que es la carne de anguila y que con ella puede hacerse  una buena cantidad de milanesas. El maestro es ubicado como quien de eso, no sabe. Desde la ternura infantil hay un deseo de comunicar y compartir su mundo. Hay también una donación desde la que se transforman roles. Un niño le enseña a una maestra que no sabe pescar anguilas.
        Sin dejar de pensar en la instancia de prevención y de cuidado del cuerpo, puesto  que efectivamente se verifican accidentes y muertes en las tosqueras, pienso que es importante rescatar el saber hacer de Tavito. No dejarse tomar por las estigmatizaciones desde lo presuntamente deficitario, poder pensar a  niños y comunidades desde sus fortalezas y posibilidades, está vinculado con el concepto de resiliencia. Este concepto designa que no todas las personas atravesadas por privaciones, por situaciones de riesgo o traumáticas en la infancia y en el contexto social,  sufren inevitablemente  enfermedades o desórdenes en su organización futura. Por el contrario, muchos superaban la situación y hasta pueden resurgir fortalecidos de ella.
         Las investigaciones sobre las condiciones favorecedoras de resiliencia ubicaron la importancia para esos sujetos de la presencia de alguien con quien contar. Como lo resalta Aldo Mellillo,[1] todos los estudios comprobaron que en la vida de las personas  resilientes, estuvo presente un vínculo contenedor, constante e incondicional con un adulto significativo:

« comprobaron que la influencia más positiva para ellos es una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo. O sea que la aparición o no de esta capacidad en los sujetos depende de la interacción de la persona y su entorno humano ».

         Llobet y Wesman[2] señalan que la resiliencia:

«no es un rasgo de personalidad., sino que las personas son actores y fuentes de las adaptaciones resilientes, y las familias, escuelas , comunidades, servicios de salud y sociales, son el escenario de promoción de resiliencia, y pueden propiciar y proveer (o no) el despliegue de los factores protectores ».

       Como a otros alumnos  pude reencontrar a Tavito en el contexto barrial,  ahora Gustavo;  me cruza casi 8 años después manejando una moto para un servicio de delivery. Fue él quien me reconoció para saludarme muy afectuosamente. En una charla breve me cuenta que está en pareja con una chica de su edad y tiene una niña pequeña.  Terminó en su tiempo la escuela  primaria y estudia la secundaria en una escuela nocturna.  Me trae alegría y cierto alivio que estudie, trabaje  y  mantenga las marcas de aquella expresividad tan afectiva.
         Pocas tareas insumen tanta energía como el quehacer docente. Trabajar en  diferentes contextos, debe ser para el maestro o profesor  una experiencia elegida, asumida  desde un compromiso particular y vinculable a un registro placentero, en el que esté vigente el  deseo de seguir apostando al encuentro con los niños y su comunidad. 
     Pequeñas marcas que hacemos y nos permiten hacer, marcas del pasaje por la escuela y el encuentro con los niños,  donde nosotros también nos transformamos. Se trata de rescatar la importancia del vínculo,  instancia central como posibilitadora del acto educativo.
     Se trata de aceptar el desafío y descentrar  la mirada, de conmover representaciones, problematizar saberes previos para atreverse a una tarea tan valiosa como necesitada de cuidado, ligada a aquello  que transmite Tavito con su pregunta:
      ¿Vos sabés pescar anguilas?


[1]  Melillo; Aldo. Resiliencia en Revista de Psicoanálisis Ayer y hoy. Nº1. Pág. 1.
[2] Llobet, Valeria. Wegsman, Susana. El Enfoque de Resiliencia en los Proyectos Sociales  en Revista de Psicología de la Universidad de Chile Vol. XIII, Nº 1: Pág. 143-152. 2004


María Victoria Fabre

lunes, 23 de marzo de 2015

El doble en la fotografía de Daria Endresen

             
Kevalk  2009


          Recuerdo con claridad algunos sueños que tuve en la infancia:
       "Era de noche y caminaba  basta llegar al  baño. Tras la puerta una nena pequeña sentada en la bañera, tocaba sus rodillas lastimadas con la insinuación de una sonrisa. Pronto levantó la vista para mirarme fijamente a los ojos. Era  yo, en otra niña que encendía un fósforo sobre su cara, la mía, haciéndome despertar"
       Si en el espejo la imagen devuelve un reflejo que nos parece amable ya que creemos dominarla cambiando gestos y  posiciones, en el sueño el doble se anticipa al movimiento, libre de  nuestra  voluntad. Afuera, algo nuestro marcha solo, se nos ofrece ominoso, oculto en lo más cercano y familiar.
       
Protection  2009
    
       Daria Endresen es una joven artista noruega, fotógrafa digital,  utiliza su propia imagen en la mayoría de las fotocomposiciones que crea. En ellas retorna el mundo interno, donde una belleza oscura toma al cuerpo en su fragmentación  y desdoblamiento. Plagado de imágenes oníricas, espacios aéreos en habitaciones cerradas muestran la armonía clásica de su cuerpo, abierto o suspendido por cuerdas.  Rompe nuestra ilusión del  dominio de una imagen unificada para recordarnos, la muerte, el dolor o la sexualidad.

                                   

     
    El deseo, no se trata de otra cosa que de reencontrar y reencontrarse,  en aquello escrito en un código antiguo, trazas de lo real que el artista transforma en imágenes.
   

viernes, 16 de enero de 2015

Sobre la inutilidad de una medida, para olvidar o recordar.

"Flores para Uma". Laura Vichi



       ¿Qué une en la memoria aquellos recuerdos marcados tan fuerte que vuelven con una imagen nítida y nos sorprenden sin ninguna búsqueda? 

        En “La Insoportable levedad del ser”, Milan Kundera, hace surgir en la experiencia de Tomás,  su idea de “memoria poética”.  Una amante  le recuerda en detalle la belleza de una noche de tormenta. Ese encuentro había sido para ella inolvidable, cada experiencia sensorial había quedado guardada y engarzada como una obra de arte. En su camino olores, sensaciones, estados corporales continuaron reenviándola a la escena.  
         Freud dice que el ensueño diurno, la fantasía en la que el adulto intenta reparar su insatisfacción o su dolor, lleva la fuerza impulsora de experiencias infantiles. Se nutre de esa memoria escrita en un idioma arcaico, sensorial, erógeno;  cuando un deseo emparentado con el actual podía cumplirse.
        Siguiendo sus ideas, en tanto atiende a la importancia del fantasear en la creación literaria, es el poeta, podemos extenderlo a todo artista, quien en el dominio de su lenguaje logra comunicar de manera bella su mundo de fantasía. Pero lo central  es que transforma esa experiencia solitaria en una obra que nos convoca, nos emociona. Hace lazo.
      Una mujer se deja abrazar con los ojos entrecerrados frente a la luz de un ventanal.  Sin saberlo revive escenas de su infancia al jugar con los efectos del sol en el patio de su casa. Dejemos que la madeja se vaya desovillando, con los ojos entrecerrados, donde no importa el tiempo. Allí las palabras mudas, los colores antiguos se agolpan y aparecen por un instante, plenos. 
        Y es por esa memoria que alguien corre en nosotros, como Uma hacia un campo de amapolas.



  Laura Vichi es una pintora bonaerense, actualmente reside en Mendoza. Se formó en EMBA Carlos Morel de Quilmes como Profesora Superior . Destacada por su sensibilidad en la captación del paisaje, no deja ausente el registro de la dimensión psicológica, en la que el dominio del dibujo y la sólida construcción de la figura humana realzan su talento expresivo para el retrato, creando una obra que con facilidad entra en diálogo con el espectador. Continúa comprometida con la tarea docente, la que desarrolló en Quilmes, El Dorado (Misiones), donde residió algunos años y ahora en Mendoza. Alli se encuentra abocada a la formación y difusión de la Pedagogía Waldorf y cursa la Licenciatura en la Universidad de Mendoza.
Su obra premiada y con circulación internacional puede conocerse a través del blog

http://lauravichi.blogspot.com.ar/


                                                                                                              Texto: Marìa Victoria Fabre