jueves, 19 de junio de 2014

Arquitectura e interioridad: De Bachelard a Hundertwasser

                       

                    " Un pintor sueña con casas y una buena arquitectura, en la cual el hombre sea libre
                                       y se   haga realidad este sueño”    
                                                                                     Friedensreich Hundertwasser





         En “La poética del espacio”  Gaston  Bachelard  piensa la casa, el espacio habitado, como un instrumento para analizar el alma humana. “Examinada desde los horizontes teóricos más diversos, pareciera que la imagen de la casa fuese la topografía de nuestro ser más íntimo”
          Cuando vemos la arquitectura de Hunderwasser  no  imaginamos que es el resultado de un plan de viviendas sociales. En 1977 el Alcalde de Viena le propuso crear un  complejo municipal en el que trabajó en colaboración con  el arquitecto  Joseph Krawina. En sus fachadas reina la ruptura de la simetría, un nuevo orden combina pisos y paredes ondulantes," un piso ondulado es una melodìa para los pies", aberturas irregulares, con un colorido deslumbrante y abundante vegetación.
       ¿Qué  animó a  Hundertwasser en su viaje por la arquitectura creativa? 
        Romper con el racionalismo de las cajas prisión, Si Adolp  Loos había bregado por desechar toda ornamentación,  correspondía a este otro austriaco  reparar el daño que el abuso de las cajas-prisiones había generado en la población. Y así lo piensa “La línea recta es la única línea no creativa. La única línea que no se presenta ante el hombre como la imagen de Dios. La línea recta es el verdadero instrumento del demonio. Quien la utiliza, contribuye a la ruina de la humanidad.”
        Hundertwasser considera la casa como una  tercera piel, es el lugar dónde desenvolvemos nuestra existencia más cotidiana. Sueña con dar  libertad al individuo para modificarla, acercándola a  las necesidades de su vida interior. En 1958 escribió “El manifiesto del Enmohecimiento contra el racionalismo en la arquitectura” apostando a que los edificios participen en el ciclo orgánico de la materia, un concepto bioaquitectónico en la que las casas presenten cultivos de moho, ya que este es el origen de la vida vegetal. Y llega aún más lejos: relaciona la frialdad y deshumanización de la arquitectura racionalista con la salud mental, señala que crea condiciones de malestar y alineación,  pudiendo favorecer hasta el  suicidio.
       Se ha dicho que la arquitectura de Hunderwaser se tornó obsoleta. Tensiones entre el racionalismo y las utopías. Quien mira la obra de este creador, entra en un mundo de ensueño y recibe el impulso para sumergirse en  el dominio del color y la curva. Un dinamismo que contagia el deseo de reformar nuestros  espacios y llega a hasta  nuestra interioridad.   
        Quedan entonces las preguntas de Bachelard para continuar el camino:
        "Frente a esas soledades el topoanalista interroga: ¿Era grande la habitación? ¿Estaba muy atiborrada de objetos la guardilla? ¿Era caliente el rincón? ¿De donde venia la luz? ¿Cómo se saboreaban los silencios, tan especiales, de los diversos albergues del ensueño solitario?
      




martes, 3 de junio de 2014

La imaginación poética del psicoanalista.


                        "El universo flota en el espacio sideral                                                                                    Tù  en el mar                                                                             
                        Como en el líquido amniótico"

                                              Selva Casal





       Cuando leí el poema de Selva Casal  “Esto está escrito para leer bajo el agua”,  recordé  casi de inmediato esta viñeta clínica:

      Una mujer  embarazada de su primer hijo. ¿Cuáles son los rastros de su madre en ella? No tiene certezas sobre su verdadero origen. La muerte de su madre de crianza la dejó con la incógnita. Ya sin lazos familiares, los de esa familia conocida en la que todos se han ido, la inminencia de su propia maternidad  la lleva a intentar  volver a un  punto desconocido.
      Un ritual  se le impone. Tiene que llenar el lavatorio con agua para meter la cabeza adentro. Una, dos, tres veces. Teme que si no lo hace algo podría sucederle a  su  bebé. Más tarde insiste en meter la cabeza en espacios continentes. Abre las puertas del ropero con la misma compulsividad.

    "Y yo la crianza más pequeña bajo una lluvia de estrellas / Sin comprender nada / Todo silencio duele"

    Alguien dice que deberían internarla, le podría pasar algo al bebé.
    Alguien escucha, lee la metáfora  y relanza la palabra. Desata  las preguntas amordazadas para que ella misma escriba una respuesta.